sábado, 27 de febrero de 2010

Cuento Febrero: El Origen de la Rosa Negra

¡Qué aburrimiento! Hoy me tocaba hacer la ronda de patrulla y no me apetecía nada, aunque al jefe no le iba a gustar. Me fui a la trastienda de la comisaría y me puse a jugar a los videojuegos, a los muñecos de acción y a ver la tele. A media mañana vino mi jefe. No es que le esperase, pero sabría que vendría de un momento a otro. Era bajo, como yo, mediría metro sesenta como mucho, siempre con traje de policía superior y con una calva de polo a polo.
-¡¿Cómo no has ido a hacer la ronda?!-dijo enfurecido.
-No quería, es tan aburrida...-dije con un tono fingido de arrepentimiento.
-¡¿Cómo que no querías?! ¡Una más de estas y te dejo en el paro! ¿Me oyes? ¡Ahora ve a hacer la ronda!-finalizó
-Va jefe ya voy-

Salí en mi bicicleta a hacer la ronda cuando me encontré con Nakarawa, otro agente de policía. Era muy inteligente y obediente. Era rico por su herencia, tenía una mansión con un terreno tres veces más grande que nuestro barrio, pero aún así, trabajaba en el cuerpo de policía por pasión y aunque pareciese mentira, yo era su superior.
-Hola jefe ¿Qué tal?-
-Bien, yo bien, ¡Pero tu llegas tarde a trabajar!-
-Oh sí, disculpe, es que hoy me apetecía venir andando-
-Vale, vale, pero date prisa ¿Eh?-

Seguí mi camino por la ruta habitual, pero me desvié para ver a un amigo que llevaba una fábrica de ropa interior. Cuando llegué ponía el típico cartel: "Out of bussines". Entré y estaba llorando allí. Me dijo que había cerrado por falta de clientes. Yo sabía que tipo de ropa interior se utilizaba ahora, y se me ocurrió una idea ya que un amigo también había cerrado un negocio de libros en el centro de Tokio.

Mi plan consistía en hacer un mercadillo urbano de inauguración y vender bragas, regalando cultura y con la ventaja de que el local estaba en el centro de Tokio. El negocio se llamaría: "La Rosa Negra", una fusión de una fábrica de ropa interior y de libros.

Eran las seis de la mañana y no había nadie en la calle, hice esa foto para inmortalizar el momento. Media hora más tarde empezó a venir gente, el cartel de la foto la hacía graciosa y singular: "Por la compra de tres bragas regalamos un libro". Todo fue un éxito.

Al final el mercadillo se transformó en una tienda de artículos sexuales y dejaron los libros, ya que estaba claro lo que buscaba la gente, más adelante montaron empresa y tiendas en muchos países y pasaron a ser conocidos mundialmente. Respecto a mí, me dieron una cuota de 10% de los beneficios por la idea, con lo que no tuve que volver a trabajar en toda mi vida, que era lo que odiaba verdaderamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario