Todo era aburrido hasta que recibí un mensaje que me cambió la vida. Querían que me alistase en la marina. Al final conseguí convencer a mi mujer. Me dirigía a la costa, e iba en un submarino, que viajaría a Rusia. Cuando estaba en el trayecto, me explicaron que todo había sido una mentira; me habían contratado como espia para matar a un terrorista ruso, igual que yo en rasgos. Yo me negué, pero me dijeron que aquí nadie encontraría mi cadáver.
Cuando llegamos, viajamos en un coche antiguo hacia Siberia, donde comenzaría mi entrenamiento.
Allí hacía un frío terrible, pero ellos, una agencia secreta anti-terrorista, me adiestraron para luchar, disparar y saber psicología. El jefe de la banda tenía un asunto personal con él. Quería matarlo a toda costa aunque me perdiese, por eso entendí que debía ser totalmente perfecto. Hubo una prueba que consistia en, según unas pistas de una habitación, averiguar qué había hecho mi esposa. Tardé cuatro meses en terminar el adiestramiento, y según me contaron el mejor que había pasado por allí tardo seis meses.

Mi primera prueba, posíblemente la más difícil psicológicamente de todas. Consistía en serle infiel a mi mujer con otra destrozada, sola, drogadicta y alcohólica para sacarle información. Al no sentir nada de placer, me dí cuenta de que mi mujer era lo único que me hacía luchar por salir de allí y volver a su lado.
En la segunda prueba, me pidieron que me colase en una casa para coger información sobre la casa del terrorista. Me pillaron y tuve que matar, matar suciamente, no de un torpedo, no, sino de un disparo de cerca y a un aliado.
Realmente mi misión era realizar actos de terrorista y que me identificasen como Bruno, el verdadero terrorista. Así el gobierno ruso iría a por él.
Lo conseguí dos meses más tarde de huir y matar el gobierno ruso fue a su casa y lo aniquilaron.
Cuando volvía a casa no tenía casi dinero y mi mujer y mis hijos me recibieron con los brazos abiertos. Me habían dado una segunda oportunidad en vez de dinero.
El día 17 de marzo de 2002, mi coche estalló con mi mujer y mis hijos dentro, mi supuesta familia. Tomé el primer vuelo hacia St. Breaux, Francia. Hoy miro el fuego y digo ¿Una vida atrás? mientras quemaba los documentos de identidad antiguos.
Ocho días después llegó una carta con la foto del coche y el funeral. Me reí, la ví, y la tiré al fuego, como se olvida un mal recuerdo
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